Hoy he llegado a Mumbai.
Mumbai huele a especias, a incienso, a cloacas y sobre todo a contaminación. El dicho aquí es que para conducir por estas calles intransitables you need a Good Horn, Good Brakes and Good Luck!
Alessandro, il mio nuovo amico, me ha rescatado en el avión. Se instaló detrás mío con su guitarra, sus pantalones «cagados» y su jersey agujereado y, en un momento de confusión de yo voy al lavabo... pues recoge tus cosas de un espacio minúsculo de sueños concentrado, y ¡ay! la azafata que no puede pasar, pues acabamos los dos al final del pasillo, yo armada con guía inleída en mano (aún no he leído tres páginas!) y ya estamos hablando de nuestros viajes respectivos. A los cinco minutos, Alessandro se ofrece para hacerme de guía en Mumbay al día siguiente, mi cara se enciende de alegría y me voy a dormir feliz, pre-drogándome a base de zolpidem, soñando en el paupérrimo país que se abre ante mí.
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